EL TRADUCTOR, LA INDUSTRIA Y LA MODERNIDAD
Si uno quiere
tener éxito en su futuro profesional debe estar concienciado desde el primer
momento de que, para dedicarse a fondo a su trabajo y lo más importante, para
disfrutarlo de manera plena es necesario poseer unas cualidades específicas,
tener pasión por lo que haces y no dejar nunca de aprender, pues a la velocidad
a la que se mueve el mundo en que vivimos eso es un lujo que nadie se puede
permitir.
Para ser un
buen profesional de la traducción, las cualidades necesarias serían, por
ejemplo, tener facilidad para los idiomas, buena memoria y cierta habilidad en
el uso de la informática. Además es muy importante ser un apasionado de la
lingüística, la gramática, la ortografía… pero sobre todo, desear conseguir una
meta máxima: dominar otras lenguas y culturas como si de la tuya se tratase. No
obstante creo que se debe aclarar un punto antes de seguir, para lograr ser un
buen profesional se necesitan unos estudios, una base que nos enseñe cómo vamos
a tener que funcionar en este mundo tan complejo que es el de la traducción, y
me refiero al conocimiento de las técnicas más eficaces, de los recursos más
fiables, de lo que está normalizado y lo que no, etc. Por desgracia, nuestra
futura profesión es una de las que más sufren el intrusismo laboral, y es que
muchas personas piensan que por hecho de ser bilingües son capaces de hacer una
traducción adecuada y correcta. El hecho de dominar dos lenguas a la perfección
desde una edad temprana puede suponer un
trampolín perfecto para dedicarse a la traducción, pero tal y como he comentado
antes, apoyando siempre estos conocimientos previos sobre unos estudios
universitarios.
Cierto es, y
esto he de reconocer que me apabulla bastante, que en un momento determinado el
polluelo debe abandonar el nido, es decir, el traductor en formación, que lleva
años culpando a sus profesores demasiado estrictos por suspenderlo sin
miramientos, termina sus estudios universitarios y sale de lleno al mercado
laboral. Entonces debería buscar trabajo en una agencia de traductores, pues lo
normal es que su cartera de clientes sea nula. Existe otra opción, la de
convertirse en traductor freelance,
es decir, autónomo. Para tener éxito con esa última decisión es necesario
controlar el mercado laboral, los gastos a los que vas a hacer frente, saber
valorar de forma justa tu tiempo de trabajo y conocer los procedimientos de
seguridad a la hora de cobrar y entregar tus trabajos, entre otras cosas.
Digamos que no es algo fácil, es un nuevo mundo en el que nos vemos desprotegidos,
puesto que no contamos con experiencia alguna.
Muy bien, muy bien... Me ha gustado mucho tu punto de vista.
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