martes, 9 de octubre de 2012


EL TRADUCTOR, LA INDUSTRIA Y LA MODERNIDAD

Si uno quiere tener éxito en su futuro profesional debe estar concienciado desde el primer momento de que, para dedicarse a fondo a su trabajo y lo más importante, para disfrutarlo de manera plena es necesario poseer unas cualidades específicas, tener pasión por lo que haces y no dejar nunca de aprender, pues a la velocidad a la que se mueve el mundo en que vivimos eso es un lujo que nadie se puede permitir.

Para ser un buen profesional de la traducción, las cualidades necesarias serían, por ejemplo, tener facilidad para los idiomas, buena memoria y cierta habilidad en el uso de la informática. Además es muy importante ser un apasionado de la lingüística, la gramática, la ortografía… pero sobre todo, desear conseguir una meta máxima: dominar otras lenguas y culturas como si de la tuya se tratase. No obstante creo que se debe aclarar un punto antes de seguir, para lograr ser un buen profesional se necesitan unos estudios, una base que nos enseñe cómo vamos a tener que funcionar en este mundo tan complejo que es el de la traducción, y me refiero al conocimiento de las técnicas más eficaces, de los recursos más fiables, de lo que está normalizado y lo que no, etc. Por desgracia, nuestra futura profesión es una de las que más sufren el intrusismo laboral, y es que muchas personas piensan que por hecho de ser bilingües son capaces de hacer una traducción adecuada y correcta. El hecho de dominar dos lenguas a la perfección desde  una edad temprana puede suponer un trampolín perfecto para dedicarse a la traducción, pero tal y como he comentado antes, apoyando siempre estos conocimientos previos sobre unos estudios universitarios.

Cierto es, y esto he de reconocer que me apabulla bastante, que en un momento determinado el polluelo debe abandonar el nido, es decir, el traductor en formación, que lleva años culpando a sus profesores demasiado estrictos por suspenderlo sin miramientos, termina sus estudios universitarios y sale de lleno al mercado laboral. Entonces debería buscar trabajo en una agencia de traductores, pues lo normal es que su cartera de clientes sea nula. Existe otra opción, la de convertirse en traductor freelance, es decir, autónomo. Para tener éxito con esa última decisión es necesario controlar el mercado laboral, los gastos a los que vas a hacer frente, saber valorar de forma justa tu tiempo de trabajo y conocer los procedimientos de seguridad a la hora de cobrar y entregar tus trabajos, entre otras cosas. Digamos que no es algo fácil, es un nuevo mundo en el que nos vemos desprotegidos, puesto que no contamos con experiencia alguna.

Aun así esta industria de la traducción no se para por nadie y un buen traductor debería contar con el requisito indispensable de ser un aprendiz constante. No solamente son los métodos de búsqueda de información los que avanzas, sino que la traducción en sí misma, asistida por las nuevas tecnologías, se desarrolla día a día. En nuestra época de modernidad y avances en el campo de la informática es fácil encontrarse con el debate de si los traductores automáticos del tipo de Google Translate llegarán algún día a sustituir al propio traductor. Las opiniones del momento actual apuntan a que todavía estamos bastante lejos de conseguir algo así de manera que centrándonos en el presente, todo traductor debe aliarse con los recursos existentes, que no son pocos, y servirse de ellos de para realizar una traducción mucho más adecuada ahorrando tiempo de trabajo. Entre estos recursos a los que me refiero destacan sistemas como TRADOS o DéjàVu.


1 comentario:

  1. Muy bien, muy bien... Me ha gustado mucho tu punto de vista.

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